Desde tiempos inmemoriales las mujeres han amado y elevado la estampa “pied de poule”, o como diríamos en castellano “pata de gallo”, ya que su estilo es un sinónimo de glamour y elegancia. El mismo se puede emplear en cualquier prenda o accesorio con el que contemos por lo que siempre sale a relucir te dejará bien parada por donde quiera que vayas con él.
Puede ser gran parte de tu look o simplemente en un detalle. Por ejemplo, tu abrigo entero puede ser de estampado de “piel de poule” o tan solo la cartera, o el propio calzado. La idea principal es que alguna parte de tu look cuente con este tipo de estampa y simplemente eso elevará tu outfit a otro nivel. Se ha vuelto muy característico y todas aquellas que lo reconocen ya le brindan una connotación de alto nivel y elegancia.
Técnicamente su nombre proviene del tipo de patrón que recrea: una repetición simétrica de figuras abstractas de cuatro puntas que se asemeja a la pisada de un gallo. Las mejores marcas de la moda lo popularizaron y hoy en día es un símbolo de buen gusto.
Fue Cocó Chanel quien lo incorporó a los géneros para confeccionar prendas femeninas en los años '20, convirtiéndose en uno de los favoritos de Christian Dior en los `50. Y así, los tejidos de identidad escocesa, comenzaron su trayectoria en la moda femenina transformando la sastrería en piezas del nuevo lujo.
En el pasado fueron muchos miembros de la aristocracia y la realeza los que le dieron más fama e importancia a este tipo de estampado. El Príncipe de Gales, hijo de la Reina Victoria, adoptó este tejido transformándolo en sinónimo de la elegancia masculina del siglo XIX. También el Duque de Windsor, conocido como el fashionista de la realeza, lo sumó a su extravagante vestidor en la década de 1930.