La reina Isabel II tenía un carácter bastante particular y fuerte, marcada por una vida dura. Esto se veía manifestado en diferentes caprichos que sufría tanto su familia como la gente que trabajaba en el Palacio de Buckingham.
Además de su exigencia con la sal y el aceite, la reina Isabel II también tenía una serie de caprichos alimentarios que debían ser seguidos al pie de la letra por el personal de la cocina. Por ejemplo, ella siempre pedía que sus platos estuvieran calientes, pero nunca demasiado calientes, y que las verduras estuvieran cocidas justo a la perfección.
Otro de los problemas que enfrentaba el personal de la cocina era la preparación de los platos vegetarianos, ya que la reina Isabel II era una defensora de la causa animal y quería tener opciones vegetarianas disponibles en todas las comidas. Esto significaba que el personal de la cocina debía estar constantemente innovando y creando nuevos platos vegetarianos para satisfacer sus necesidades.
La reina Isabel II también tenía una serie de peticiones específicas con respecto a la presentación de los platos. Por ejemplo, ella siempre quería que los platos estuvieran decorados de manera elegante y que los utensilios de cocina estuvieran limpios y relucientes.
El personal de la cocina del Palacio de Buckingham enfrentaba una serie de desafíos al trabajar para la reina Isabel II debido a sus exigencias alimentarias y caprichos específicos. Sin embargo, estos desafíos también les permitían ser creativos y trabajar duro para crear platos deliciosos que satisfacían las necesidades de la reina y sus invitados. A pesar de las dificultades, el personal de la cocina siempre se esforzaba para hacer que cada comida fuera un éxito.